Devocional Semana 4
«En la iglesia de Antioquía eran profetas y maestros Bernabé; Simeón, apodado el Negro; Lucio de Cirene; Manaén, que se había criado con Herodes el tetrarca; y Saulo. Mientras ayunaban y participaban en el culto al Señor, el Espíritu Santo dijo: «Apártenme a Bernabé y a Saulo para el trabajo al que los he llamado». Así que después de ayunar, orar e imponerles las manos, los despidieron». Hechos 13.1-3
La iglesia en misión es, primeramente, la iglesia local. La iglesia de Antioquía jugó un papel importantísimo en la vida de la iglesia universal. Fue una iglesia que traspasó barreras sociales (Hechos 11:19-20), reconstruía vidas rotas (Hechos 11:21-24), busco la participación de otros (Hechos 11:25-26), cubría necesidades físicas y espirituales (Hechos 11:27-30), resolvió conflictos doctrinales (Hechos 15), tenía un liderazgo compartido formando un equipo pastoral (Hechos 13:1) y estuvieron dispuestos a extender los límites del reino de Dios hasta lo último de la tierra (Hechos 13:2-3)
Antioquía tenía que ver con ser una puerta abierta para la evangelización del mundo. Nosotros somos desafiados a seguir este modelo.
Pregunta para la reflexión:
¿Qué implica para mi vida y la Iglesia seguir el modelo de la Iglesia de Antioquía?