Timbre postal conmemora 450 años de la Biblia del Oso
Correos de México emitió un timbre para celebrar 450 años de la Biblia del Oso y a quien la tradujo, Casiodoro de Reina. Ya circula dicha pieza filatélica, que fue presentada en el Museo de San Carlos hace dos semanas.
Por iniciativa de Maná Museo de la Biblia, en la que le acompañaron otras organizaciones dedicadas a la traducción y distribución bíblica, el Servicio Postal Mexicano adoptó el proyecto e imprimió 200 mil sellos que pueden adquirirse en sus oficinas a lo largo del territorio nacional. Pienso que no fue una decisión fácil, dado que aunque desde la Colonia hubo presencia de protestantes, pero no protestantismo, se sigue considerando a la minoría protestante/evangélica como ajena a la cultura nacional.
Casiodoro de Reina, monje jerónimo en el monasterio de Santiponce, cerca de Sevilla, entró por distintas vías en contacto con el protestantismo. Él y otros monjes adoptaron la disidencia religiosa. Huyeron de España hacia finales del verano de 1557, con el fin de evadir a las fuerzas inquisitoriales que comenzaron a sospechar de la ortodoxia católica romana de los monjes. Reina, junto con sus padres, llegó a Ginebra, donde Juan Calvino encabezaba la reforma religiosa.
Permaneció en Ginebra casi un año, y abandonó el territorio ginebrino convencido de que “se había convertido en una nueva Roma”(Enrique Fernández y Fernández, Las biblias castellanas del exilio, Editorial Caribe, Miami, Florida, 1976, p. 113). Reina sospechaba, con buena base, que algunos calvinistas lo tenían bajo vigilancia por su postura en favor de Miguel Servet y Sebastián Castellio, quienes tuvieron intensas polémicas con Juan Calvino.
Reina se dirigió a Inglaterra, con previa escala en Fráncfort, porque consideró con la reina Elizabeth I en el poder tendría mejores condiciones para proseguir con una tarea iniciada en Sevilla: la traducción de la Biblia en sus idiomas originales (hebreo, arameo y griego) al español. Le llevó 12 años lograr su propósito, el que alcanzó tras ser perseguido por distintos países de Europa y múltiples penurias económicas, así como graves problemas de salud.
A diferencia de las traducciones al alemán elaboradas por Martín Lutero (el Nuevo Testamento en 1522 y la Biblia en 1534) y la Biblia en inglés conocida como King James, de 1611, que contaron con protección y apoyos oficiales, el trabajo de Reina debió hacerlo en forma heroica y con recursos escasos. Los agentes al servicio de Felipe II se enteraron de la posible publicación de la Biblia traducida por Casiodoro, el rey les instruyó que invirtieran fuerzas y recursos con el fin de evitar saliese a la luz la obra. Reina no solamente debió evadir a quienes se afanaban por aprehenderlo y llevarlo a España, sino igualmente tuvo que hacer frente a desgracias, como la muerte del impresor Oporino en julio de 1568, a quien el año anterior se le había dado un importante adelanto para que en sus talleres tuviera lugar la edición de la Biblia. Al morir Oporino todavía no habían iniciado los trabajos de impresión y el adelanto monetario no pudo ser recuperado.
Marcos Pérez, calvinista protector de Reina, que en varias ocasiones contribuyó para el avance de la traducción, le hizo un generoso préstamo (que desde un principio dio por irrecuperable) que posibilitó pagar en Basilea los servicios del impresor Tomás Guarín, de cuyas prensas salieron 2 mil 600 ejemplares de la Biblia del Oso. Fue conocida con este nombre por tener en la portada un oso alcanzando un panal. La obra se terminó de imprimir en septiembre de 1569, la mayoría de sus ejemplares fueron confiscados y entonces tuvieron poca circulación. Como dice la tarjeta informativa que acompaña el timbre del Servicio Postal Mexicano: Sólo sobreviven 32 ejemplares de los 2 mil 600 publicados originalmente, cuatro de ellos están en México. ¿Cómo llegaron aquí?
Al preguntársele a Bertolt Brecht cuál consideraba era el libro alemán más importante, simplemente respondió: Usted quizá se ría: la Biblia de Lutero. Su traducción dejó profundas marcas en la literatura germana. Una muestra magistral de esto es José y sus hermanos, de Thomas Mann, premio Nobel de Literatura en 1929. Lo mismo puede afirmarse de la literatura en inglés, el imaginario bíblico está presente de forma indeleble en grandes autores y autoras. No así en la literatura en español, dado que la traducción de Reina fue perseguida y tuvo en contra al Concilio de Trento (1545-63), que prohibió la traducción de la Biblia a las llamadas lenguas vulgares, es decir, a los idiomas de los distintos pueblos y solamente permitió, aunque de manera restringida, la lectura de la Biblia en latín (la conocida como Vulgata Latina).
La Biblia del Oso ha sido elogiada por escritores iberoamericanos y la consideran integrante de la literatura del Siglo de Oro español. En revisiones posteriores a 1569 es la traducción hoy más leída por los protestantes de habla hispana.
Autor: Carlos Martínez García
La Jornada Miércoles 30 de enero