“Analfabetos” – una palabra calificativa que a menudo se utiliza en relación a los miembros de muchas etnias indígenas por sus bajas tazas de alfabetización. El tono y el contexto en que se la pronuncia puede comunicar un sentido de lástima o desprecio por aquellas personas “ignorantes” y “atrasadas” que no saben leer. ¡Espere un momento! Vamos a ver las cosas de otra perspectiva.
Si una etnia indígena no cuenta con una forma escrita de su idioma, o la hay pero es poca utilizada, ¿cómo, pues, conservan y comunican de generación a generación su historia, sus creencias, sus valores? ¿Acaso carecen de una riqueza cultural al no tenerla “debidamente” documentada en volúmenes en una biblioteca? Claro que no. Entonces, ¿que les llena el lugar de la palabra escrita que tanto valoramos nosotros?
Las culturas de tradición oral utilizan múltiples medios de comunicación con gran eficacia para comunicar todo lo que es importante para ellos, como los cuentos, las danzas, las ceremonias, los cantos y otras expresiones artísticas. Por ejemplo, es común que haya en los pueblos indígenas ancianos que sirven como “bibliotecas andantes”, sabiendo de memoria un sinfín de cuentos tradicionales y relatos históricos del pueblo que pueden contar con gran habilidad.
Gente de tradición oral es igual de inteligente y capaz de aprender nueva información como gente alfabetizada, solo que aprende en formas distintas. Mientras la persona letrada se acostumbra a aprender a través de presentaciones lógicas, analíticas y sistemáticas, el comunicador oral aprende a través de las historias, las narrativas, el ejemplo y los símbolos.
Estas diferencias fundamentales en como los dos grupos procesan información tienen implicaciones de gran transcendencia cuando consideramos la tarea de hacer entendibles las verdades bíblicas a las etnias indígenas. La experiencia demuestra que estrategias de comunicación elaboradas de una perspectiva literaria tendrán pocas probabilidades de impactar efectivamente. Esto, tal vez sorprendentemente, aún puede incluir presentaciones en formato audio o video que utilizan un análisis analítico o la simple lectura de textos.
¿Cómo, pues, podemos comunicar el mensaje bíblico efectivamente en el contexto de grupos autóctonos de tradición oral? Nuestro reto es, primeramente, llegar a reconocer, entender y apreciar los distintos medios de comunicación oral ya operantes en la cultura, y luego buscar aprovecharlas para la transmisión del evangelio, y de gran preferencia en la lengua nativa. Algunas respuestas efectivas a este desafío que han dado buenos resultados son el de contar historias bíblicas en forma narrativa y cronológica y el de desarrollar cantos con letra cristiana que aprovechan géneros e instrumentos autóctonos.
Mientras la alfabetiación, sea en el español o la lengua nativa, ciertamente puede ofrecer algunos beneficios para el indígena, no podemos ni debemos esperar que sea un requisito para que pueda entender el evangelio de Jesucristo y alcanzar la madurez espiritual. Como nos fue modelado por Jesús, quien ministraba a un público con una taza de alfabetización de solo un 5%, debemos de adecuar nuestros métodos y medios a las realidades que presentan las culturas indígenas que pretendemos alcanzar.
por Allan Lee B. Departamento de Principios y Modelos Misionológicos de COMIMEX